Por Gonzalo Muñoz
(Publicado en La Tercera)
Estamos en una época de cambios acelerados, lo que afecta a la economía, la forma en que hacemos negocios y cómo logramos rentabilizarlos. En ese sentido el concepto de economía circular es parte de esa revolución. Este nuevo modelo que invita a producir, usar, consumir, reintegrar y regenerar, se toma con ejemplos prácticamente todas las industrias. Al mismo tiempo, se comienza a despreciar el sistema productivo actual de economía lineal, basado en la lógica de producir, consumir y botar. ¿Por qué? Porque cuidar el medio ambiente hoy en día es tan clave como lo es lograr generar rentabilidad. La economía circular es la forma de generar ese doble impacto positivo.
Si por ejemplo pudiéramos poner en práctica la economía circular solo con la basura que como país eliminamos, podríamos generar nuevos mercados, como la producción de abonos o de alimento para crianza de animales, solo por mencionar un ejemplo simple respecto a qué hacer con los desechos que estamos generando y despreciando.
Europa ya ha medido las ganancias de la economía circular en cifras. Se calcula que de aquí al 2030 la Economía Circular puede generar un beneficio de 1,8 billones de euros en el conjunto de la Unión Europea, lo que supone 0,9 billones más que el actual modelo de economía lineal. Y ese beneficio financiero está directamente vinculado a la generación de nuevos puestos de trabajo donde se aumenta el valor agregado de aquello que estamos descartando.
Estos hallazgos tienen grandes implicaciones para el bienestar de la economía. La motivación sobre recuperar la salud de los ecosistemas y la idea de que todos tenemos derecho a vivir en un mundo sustentable, es un punto de partida. Pero estos resultados indican que la sustentabilidad es también importante por otra razón: fortalece la economía, por lo tanto logra motivar a las personas más allá de su sensibilidad ambiental.
La economía circular presenta numerosas oportunidades para las empresas, como el surgimiento de nuevas líneas de negocio y servicios, una reducción del uso de insumos y materias primas, un reaprovechamiento de los residuos producidos y menores costos de gestión de los mismos. A eso debemos agregar el beneficio reputacional que conlleva el actuar responsable y con visión de futuro.
La pregunta que hoy en día debemos entonces hacernos como país es: ¿Están las empresas chilenas conscientes que pueden entrar en la economía circular y los beneficios que esto implica? ¿Podrán dejar el discurso y entrar a la acción? O por el contrario, ¿esperan dejar pasar esta revolución y que el próximo billón de dólares se lo lleven otros?